Hace pocos días se celebraba en Argentina el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, y más allá de la postura que puedan llegar a tener quienes lean el presente artículo, me voy a dedicar a denunciar algo que se hizo evidente para todos, y es el fuerte adoctrinamiento que se imparte en todos los niveles de la educación en nuestro país.
Aunque este atropello a la formación no es ninguna novedad, incluso es bastamente conocido el hecho de que fue una de las herramientas fundamentales dentro de los gobiernos autoritarios de Perón, opto por correr el riesgo de que me juzguen de reiterativa en base a la relevancia que considero tiene la educación en la batalla cultural, como pilar central en el cambio de la mentalidad social actual.
La Educación en Argentina esta garantizada por el articulo 14 de nuestra Constitución Nacional y los tratados internacionales incorporados a ella; y regulada por la Ley de Educación Nacional (Nº 26.206), que fue sancionada el 14 de diciembre del 2006 y en su artículo 12° establece: “El Estado Nacional, las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de manera concertada y concurrente, son los responsables de la planificación, organización, supervisión y financiación del Sistema Educativo Nacional. Garantizan el acceso a la educación en todos los niveles y modalidades, mediante la creación y administración de los establecimientos educativos de gestión estatal. El Estado Nacional crea y financia las Universidades Nacionales”. Como menciona la ley, la educación en nuestro país es controlada por el Estado, que no sólo la financia, sino que también regula que contenido se le puede o debe transmitir a los estudiantes. Partiendo de esto, y entendiendo que vivimos en un país donde los políticos tienen como incentivo primordial capturar la mayor cantidad de votos posibles, no es muy difícil concluir que la educación termina por ser una herramienta perfecta de manipulación política.
A través de los años, hemos normalizado el hecho de que las universidades sean los “campos de batalla” de diferentes partidos que luchan entre sí por reclutar estudiantes, y aunque para muchos la militancia universitaria puede ser molesta, estimo que los universitarios son adultos de más de 18 años, que deben (o deberían) ser capaces de cuestionar la información que se les impone, sin embargo, la situación se agrava cuando vemos que la ideología política de una autoridad, como puede ser un profesor que tiene el poder de desaprobarlo, le impide o limita la formación al estudiante, situación que he presenciado demasiadas veces para mi corto camino académico.
No obstante, mi preocupación se enfoca en el adoctrinamiento que reciben jóvenes y niños, como es el caso de Laura Radetich, la docente K, que se viralizo en agosto del año pasado por un video donde agrede e intenta humillar a un alumno por simplemente expresar una opinión política diferente. En la grabación, la docente impartía una clase de educación secundaria, que si bien, se puede argumentar que los jóvenes tienen la capacidad de filtrar la información, me permito afirmar, apelando a mi experiencia personal, que es muy bajo el porcentaje de chicos en ese rango de edad, interesados en criticar cuestiones políticas, es entendible, teniendo en cuenta que después de 6 horas de clase (o más) en la institución, sumado a las tareas y horas de estudio en casa, les queda poco (o nada) de tiempo para los intereses extras que tienen todo el derecho a tener, pero esta situación los hace vulnerables a que la única información a la que accedan sea impartida por docentes fanatizados como en el caso antes mencionado, y la situación se vuelve aún menos idónea cuando tomamos el hecho de que durante este proceso, ya adquieren la responsabilidad de votar e incidir en el futuro del país. Considero importante hacer memoria en este punto (para que no me reclamen por no respetar la fecha) y recordar que no solo la profesora no recibió las debidas consecuencias, sino que también, nuestro presidente electo felicitó su actitud y se refirió al hecho como un “formidable debate”.
Este atropello se hace aún más grave en la educación primaria, donde es recurrente que los chicos sean expuestos a contenidos con alta carga ideológica, como los videos del “Mundo Zamba”, utilizado recurrentemente para explicar temas referidos a las Cs. Sociales.
Incluso los niños del nivel inicial, incapaces en su mayoría de leer y escribir, mucho menos de entender la complejidad política que incluso a los adultos a veces se les dificulta, son sometidos a este tipo de adoctrinamiento. En octubre de 2020, El Consejo General de Educación (CGE) de Entre Ríos, subió al portal educativo de la provincia, con el que los chicos estudiaban por la suspensión de clases presenciales, un cuento titulado “El gorila gorilón”, que como se puede intuir desde el título, es un relato dirigido a criticar el individualismo y el mérito, absurdamente cargado de política partidaria.
Además del caso que inspiro la presente denuncia, basado en fotos publicadas por el mismo jardín y dado a conocer por la funcionaria Victoria Villarruel, donde se puede ver a niños “homenajeando” a las abuelas de Plaza de Mayo por el reciente Día de la Memoria.
Es evidente, no sólo por las evidencias presentadas, sino también por las experiencias de quienes lean esto, que la imposición está fuertemente inclinada a ideologías de izquierda y que, incluso aunque cambie el nombre del partido o la bandera que lleve el Ministerio de Educación, las ideas impuestas están siempre relacionadas a la exigencia de un Estado interventor. Irónico que el sector político que más se enorgullece de promover la diversidad, no lo aplique a la diversidad de ideas. Alego gran parte de la culpa de esto, a que la mayoría de quienes deciden sobre el contenido en los diferentes escalones del sistema educativo, son herederos del fuerte adoctrinamiento peronista mencionado al comienzo de este texto.
No obstante, encuentro imperioso aclarar, que más allá de cuál sea el contenido que se utiliza para manipular, al final, el foco de mi preocupación está en el hecho de que los están manipulando, sin distinción de qué ideología lo haga. El poder que tiene el Estado mediante la educación es peligroso, incluso si hoy las ideas fueran acordes a mi pensamiento político, no quedaría exenta de que mañana se difundan de la misma manera, por ejemplo, ideas fascistas. Un país donde hay más adoctrinamiento que educación, es un país condenado al fracaso.
Publicado en Grupo Joven Fundación Libertad
- EL ORIGEN DEL FRACASO - 30 de marzo de 2022